viernes, 7 de agosto de 2015

¿Yo? ¿En los zapatos del otro?


Hoy pensaba en la empatía, lo difícil que es para algunos comprender lo que el otro siente. Con esta rápida vorágine de la vida, no nos detenemos a pensar en todos los que están a nuestro alrededor, cada uno con sus vidas e historias, cada cual con sus sentimientos. Pero, ¿Sería más acogedor el mundo si nos dedicáramos un instante a ponernos en los zapatos del otro estableciendo lazos de comunicación sincera y acogedora?.

Justamente hoy buscando información sobre el tema, encontré un artículo que no me deja de sorprender." ¿Existen los genes de la empatía?" título bastante llamativo para un estudio realizado por unos norteamericanos hace algunos años, donde jugando con ratoncitos de laboratorio pudieron determinar que algunos eran "extremamente sociales" y otros no tanto. “En el estudio una variedad o cepa de ratones extremamente sociales aprendieron a asociar un sonido en una jaula específica con algo negativo simplemente al oír a otro ratón, encerrado previamente en la misma jaula, respondiendo con chillidos de sufrimiento a una agresión. Otra variedad o cepa de ratones con menos tendencias sociales no lograron aprender esta conexión entre el indicador y el sufrimiento del otro ratón, mostrándose que la habilidad para identificar y actuar a partir de las emociones de los demás puede tener una base genética".  Quizás estas palabras podrían justificar en algo a los "sordos emocionales", seres con baja capacidad de establecer relaciones empáticas, pero me confieso reacia a pensar en algo exclusivamente genético, creo que la empatía va mucho más allá de las células, está en la capacidad de conectar el sentir del ser humano en todas sus dimensiones.    
El ser empático se muestra hábil y amoroso en leer determinadas situaciones, con todos sus colores y frecuencias  mientras tenga lugar, se ajusta a las mismas, conforme estas lo requieran, reciben señales y establecen lazos de comunicación sin pérdida de su propia identidad. Sabe cuándo hablar y cuando elegir el silencio  dependiendo de la necesidad del otro, maneja la escucha activa estando dispuesto a una conversación muchas veces unilateral. Negocia y orienta hacia un escenario donde ambas partes sean beneficiadas. Están atentos al lenguaje no verbal, además saben establecen el contacto físico exacto como puerta de entrada a la comunicación. El empático practica la humildad, ya que es el origen de la compasión.    
La empatía es quizás una opción, se toma o se deja, dependiendo de los intereses de cada uno, de las necesidades afectivas y emocionales. Algunos tienden a establecerla como una premisa a lo largo de la vida y otros pasan por alto los sentimientos de los demás y avanzan en su carrera por el egocentrismo, esto quizás redunda en la neurosis, por lo que la clave de la empatía como algo saludable para el bienestar individual depende sin lugar a dudas del equilibrio en qué nos manejemos, tampoco quiere decir que tengamos que estar a disposición del otro, sino que tener la asertividad suficiente para saber cuándo es necesario.       

Los invito a pensar en el tema, cultivemos empatía.

               
Mahatma Gandhi sostenía alguna vez lo siguiente: "Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista".

Claudia Villalobos Morales.
Enfermera Matrona.
Sub - Directora 
Escuela de Enfermería.
Universidad de Santiago.

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